Capítulo 1

Capítulo I

Tratando de estar lo mejor posible.


"Algún día tu vida va a pasar delante de tus ojos, asegúrate de que valga la pena verla" - Gerard Way.

 Estaba amaneciendo. Podías oír el canto de los pájaros, el sol que iluminaba las bellas flores rojas que indicaban que la primavera estaba apunto de comenzar, y los niños y niñas que se preparaban para ir a la escuela. Sin duda era el comienzo de un hermoso día, pero no tan bueno para mí.
 Me desperté como todas las mañanas, con cara de pocos amigos y mi típico malhumor de siempre. Tomé una reconfortante ducha, me puse mi uniforme y bajé a desayunar. Me estaba esperando mi madre para decirme que por qué me levanté tan tarde, que tenñia que llevar a mi molesta hermana de diez años a la escuela, y todas esas cosas que te dicen las madres cuando no haces lo que te piden.   Mientras tomaba mi desayuno en silencio, podía oír del otro lado de la habitación a mis padres discutiendo. Ellos siempre discuten, y odio cuando lo hacen. No le tomé importancia al asunto y me fui junto con mi hermana a la escuela. Ella se llama Daniela, tiene el cabello castaño, los ojos azules y está algo pasada de peso, también es muy molesta y caprichosa.
 Cuando entramos en la escuela, cada una siguió su camino: Daniela a la primaria, y yo a la secundaria. Mientras subía los escalones de madera podía oír el chillido al pisarlos, ¿Cuando van a poner una nueva escalera?
 Apenas terminé de subir las ruidosas escaleras, saludé a mi única pero valiosa amiga: Teresa. Ella es bastante alta, de piel pálida y cabello rubio, además de ojos grises. Es mi mejor amiga desde los siete años, y ya han pasado diez y seguimos siendo amigas. Teresa sabe quererme como soy en realidad y también tiene otras amigas en el curso, pero prefiere estar conmigo.
- Samantha, ¿Te sucede algo?
- No, no es nada.
- Sam, te conozco hace diez años, y sé que te sucede algo. Contame, sabés que te escucho.
- Está bien... lo que sucede es que hoy mis padres volvieron a discutir, y mi mamá amenazó con irse de la casa. Cada vez ellos me hacen más daño, y también...
- Damián. -Completó mi frase.
Damián es el chico que me encanta. No es muy alto, pero reconozco que es un buen chico. Tiene ojos color avellana y es rubio. Pero lamentablemente no tiene idea de que estoy en el mismo planeta que él y tiene como novia a Ayelén, una pelirroja de ojos verdes.
- No entiendo como te puede gustar ese chico -Me repetía Teresa
- Bueno, yo no me quejaba cuando estabas enamorada de Julián. Además, uno no elige de quien se va a enamorar, no tengo la culpa.
- Okay, tenés razón... Igual dentro de unos cuatro meses te lo vas a sacar de la cabeza, porque terminamos el secundario y eso significa que...
- Nos vamos a Nueva York - Terminé la frase.
Nos vamos a mudar a Nueva York para estudiar arte. Desde pequeñas nos gustaba dibujar, la música, etc y por eso cuando terminemos el secundario dentro de cuatro largos meses vamos a tomarnos unas vacasiones en Nueva York, y comenzaremos nuestros estudios. Fue difícil la decición de dejar de lado a nuestras familias, pero creo que ya estamos listas para vivir solas. Además, Teresa ya tiene dieciocho años y yo los cumplo en unos meses, así que creo que ya somos lo suficientemente maduras y responsables. Ya conseguimos nuestro departamento cerca del centro de Nueva York, no es muy grande pero luego de buscar durante meses encontramos un lugar bastante agradable.
 En la escuela las cosas realmente se ponían más aburridas cada día. Yo soy la "anti-social" que se sienta sola en el fondo del salón, un lugar donde no podés ver ni oír nada de lo que explica la profesora. Mi compañera de banco era Teresa, pero la profesora de matemática nos separó porque hablabamos mucho (y odio admitir que no se equivoca). Para no aburrirme, me paso la mañana dibujando, o incluso a veces leyendo un libro, cualquier cosa que me haga olvidar que existo.
Quisiera olvidarme del mundo, dejar mi mente en blanco, o simplemente a veces desaparecer, estar en paz... Sólo quiero lograr una cosa: Ser feliz. Dicen que la ignorancia hace la felicidad.


 De una vez por todas sonó la campana que indicaba que ya podíamos volver a nuestras aburridas casas. Agarré mi mochila, me despedí de Tere con un abrazo y emprendí mi camino a casa. Supuse que mi hermana ya tenía que haber llegado, ya que ella sale antes que yo y toma el autobús sola. Lamentablemente tuve que observar en el camino a Damián y su novia delante mío. Podía ver como él la abrazaba y le hacía cosquillas, y ella como siempre se dejaba.


Ella.
¿Por qué siempre está ella?
¿Por qué la abrazas así delante mío? ¿Me lo merezco?
Yo te podría hacer tan feliz... si me dejaras.

 Cuando llegué a mi casa me llamó la atención de que al abrir la puerta estaba todo desordenado, había perchas y ropa tirada en el suelo y los restos del desayuno que tomé hoy seguían en la mesa. Estaba mi padre (que se supone que debería de estar trabajando en su empresa) totalmente pálido, y tratando de calmar a Daniela que estaba llorando. En su rostro pude ver que no me iba a decir nada bueno.


- Samantha, tu madre... -hizo una pausa y suspiró- se fue de la casa.
- ¿Qué? - Grité.