Capítulo 3

Capítulo III

Nunca te he dicho lo que hago para vivir.

"Sólo hay una cosa peor de que hablen mal de ti a tus espaldas: que no lo hagan"  - Oscar Wilde.

 No recuerdo muy bien en donde rayos estaba... creo que en un hospital, sí, en un hospital. Tampoco recuerdo muy bien que era lo que estaba sucediendo... ví a mi padre llorando y a mi madre entrando desesperada preguntando como estaba. ¿Cómo estaba quién? Había una ambulancia afuera estacionada, y aunque ya empezaban los meses de calor, podías sentir el frío en la habitación. También había un médico, y luego mi hermana...

- ¿Pero qué demonios...?

Todo había sido un estúpido sueño. Estaba sudada y muy preocupada, ya que todo había parecido muy real. No le di más importancia al sueño y terminé de levantarme. Miré el reloj: ya era tarde. Me cambie y peiné como pude y bajé a desayunar, me estaba esperando mi papá y mi hermana.
- ¿Hay novedades acerca de mamá? - Pregunté
- Sí. Ayer a la noche me llamó para decirme que estaba en la casa de su amiga y que estaba todo bien.
- Ah, bueno... - Dije indiferentemente.
Terminé mi café, saludé a mi papá y fuimos con Daniela hacia la escuela. Ella iba a salir antes que yo así que tendría que tomar el autobús sola para volver a casa, supongo que llegaré una hora después que ella.

 Llegué justo cuando sonó el timbre que indicaba que nuestra clase de literatura iba a comenzar. Tomé asiento - sola - y me sorprendí al ver que Damián no había llegado todavía. Él no es de llegar tarde, aunque yo sí.
- Chicos, hoy vamos a trabajr en grupo de a dos - nos dijo la profesora - los que están solos elijan un compañero.
Yo tuve la mala suerte de que la maldita profesora sentó a Teresa con Ayelén, y así con el resto del curso. Y como siempre, a mí me dejó para el final. Soy invisible, incluso para los profesores.
- ¿Alguien más está solo para trabajar con... - Intentó recordar mi nombre, pero al no lograrlo solo me señaló - ella?
Nadie respondío, no había nadie más para trabajar conmigo. Quedé sola, como siempre. Probablemente la mayoría de las chicas estarían mal por el hecho de que quedarse sola adelante de toda la clase sería "humillante", pero poco me importa lo que piensen los demás.
 En ese mismo momento abrió cuidadosamente la puerta y entró al aula Damián. La maestra dió un gesto de alivio al no tiener que dejarme sola y directamente se dirigió hacia él.
- Damián, llegas tarde.
- Lo sé profesora... lo siento.
- Bueno, como sos el único que quedaría solo en este trabajo de a dos, vas a tener que trabajar con ella -Me señaló.
Damián accedió de mala gana y tomo asiento junto a mi. Jamás había podido sentirlo tan cerca mío, y jamás pensé que estaríamos sentado juntos. No era exactamente ese el sueño que tenía respecto a él, pero aún así era genial. Aunque debo decir que jamás creí en ese sentimiento que vuelve estúpidas a las personas y que te guste o no, al final te termina dañando.
- Hola, soy Damián, ¿Vos sos...?
Por un segundo pensé en responderle que soy su compañera desde hace cinco años, y que no puedo creer que todavía no sepa siquiera mi nombre. Pero traté de reprimir mi malhumor.
- Samantha... Samantha Trein -Dije con orgullo.
La profesora nos dió un trabajo que consistía en leer una historia bastante larga y confusa y de realizar una ejercitación. Por más difícil que fuera leer el texto y entenderlo, estando con Damián nada podría ser más perfecto...
 Aunque, lamentablemente mi felicidad siempre dura poco y tuvimos que entregar e irnos a la clase de matemática. Mientras iba a mi casillero en busca de mis cosas, sentí un tirón: era la novia de Damián.
- No quiero que toques a mi novio... ¿Está bien?
¿Me estaba amenazando? Típico de novia celosa...
- Está bien - dije cabizbaja
Ella no se limitó a decirme nada, sólo se fue al baño, probablemente a retocar su maquillaje. Nunca dejé que me pasen por ensima, pero esta chica es la más "popular" de esta escuela, y no me conviene molestarla. Me quedé parada como una idiota ahí, sola. Hasta que vino Teresa.
- Hey... ¿Qué te sucede?
- ¿No escuchaste lo que me dijo esa estúpida recién?
- Sí, lo escuché porque estaba cerca tuyo. Ayelén es una persona muy...
- Egoísta - terminé la frase.
- Exacto. Además en la clase de literatura lo único que hacía era mirarse al espejo y pintarse los labios. Pero creo que a vos no te fue tan mal... ¿No? - Dijo junto con un codazo y una de esas sonrisitas cómplices.
- No... Damián es genial, ¿Sabías?
Me respondió con una sonrisa y me dijo que mejor vallamos a nuestra clase de matemática antes de que nos regañen por llegar tarde. Me quedé pensando en Ayelén. Probablemente ella no lo ama a Damián, sólo se ama a sí misma. Lo único que busca de los chicos es ver su reflejo en los ojos de ellos, ella es muy egoísta... pero aún así prefiero no juzgarla. Mi mamá me enseñó desde pequeña a no juzgar a las personas.

 Finalmente, en la escuela no había sido un día tan terrible. Lo único malo fue que salimos más tarde, pero volví a mi casa bastante divertida con Teresa, que me hacía reír mucho. Cuando puede me acompaña a mi casa y luego se va a la suya. Me despedí de ella con un abrazo y entré.
 Me llamó la antención que no hubiera nadie, sobretodo porque se suponía que mi hermana ya estaría en casa. Lo único que encontre fue una nota sobre la mesa que decía:

"SAMANTHA, DANIELA TUVO UN ACCIDENTE Y ESTÁ EN EL HOSPITAL. EN CUANTO LLEGUES DE LA ESCUELA POR FAVOR VENÍ."

- ¿Qué demonios sucedió? - Me pregunté.