miércoles, 30 de abril de 2014

Capítulo 14.

Capítulo XIV

Nada que perder.

Eric había abierto los ojos y caído en su realidad. 

Estaba en la cama de Samantha.

Y había dormido agarrado de la mano con ella.

Lo más probable es que fuese el mediodía. El sol se colaba entre las rendijas de la persiana medio baja. Aunque, en la cama sólo estaba él.
Se levantó y fue hacia la cocina (o lo que creía que era la cocina, ya que nunca había estado ahí antes), y se econtró a Sam con una botella de vodka en la mano. Lo saludó con la mano que tenía libre.
-Hey
-¿Tan temprano y ya autodestruyendote?
Miró a la botella y lo miró a él. Se encogió de hombros.
-Cuando te quieras ir, la puerta está sin llaves.
-¿Y tu familia?
-No lo sé, ni me interesa. Si desaparecieran, mejor. O mejor si desapareciese yo, ya demasiado daño y decepción les causé. Ya perdí las esperanzas de que algún día digan "estamos orgullosos de vos", porque no lo van a hacer. -Dio un largo trago a la botella-
-No, Sam, no pienses así...
-¿Y qué querés que piense? ¿Qué dirían tus padres si fueses como yo? Soy un desastre.
Y en ese momento, él hizo algo totalmente inesperado. Se acercó hacia donde estaba ella, la abrazó durante un largo tiempo que para él fueron segundos, y la besó. Su boca sabía a vodka, cigarrillos, y quién sabe que más. Pero seguía siendo única. Nunca había sentido eso besando a cualquier otra chica. Peor más que un beso por calentura, lo que quería transmitirle era aquella palabra que ya no tenía lugar en la vida de Samantha: amor. 
Y nunca supo en realidad cómo lo sintió ella, pero, de todas formas, el beso se lo devolvió. Y lo abrazó. Lo agarró de la nuca y jugó con su cabello. 
Terminaron ambos abrazados con los rostros muy cerca, al punto que se rozaban las narices. Mientras tanto, Eric le decía en voz baja lo mucho que la apreciaba. No podía creer que eso estuviese ocurriendo realmente, lo había soñado demasiado desde que ella le rozó los labios aquella noche en la fiesta de Halloween. 
Luego de un rato con la cabeza de ella apoyada en su pecho, y de posteriormente separarse, Eric dijo:
-Será mejor que me vaya.
-Está bien. ¿Te veo mañana en la escuela?
-Sí. 
-Oh, genial. Hasta entonces. 
Y se fue, sonriendo ampliamente para sus adentros. 

Aunque, no le duró mucho, ya que en el camino se encontró a Damián, viéndolo a él salir de la casa de Sam.

**

Teresa faltó. Maldita rubia zorra. ¿Ahora cómo voy a hacer para soportar a todos estos imbéciles?
Las horas pasaban y me aburría cada momento más. Historia, geografía, biología, física, química, informática... ¿Al fin y al cabo, de qué me van a servir en un futuro? Bueno, suponiendo que yo tuviese futuro. 
La próxima clase tocaba literatura. Me iba a sentar con Damián, así que fui al baño a verme al espejo para estar más o menos decente. Me quité el delineador de abajo de los ojos que me hacía parecer con ojeras enormes, me traté de peinar mi maraña de cabello, y, cuando en el pasillo estaba a punto de llegar al aula, Ayelén me bloqueó el camino, me tomó del cuello y me puso contra la pared.
-Veo que te estás divirtiendo con Damián.
-¿Qué? No sé de qué estás hablan..
-Sí que sabés, puta. 
Dicho esto, me arrastró del pelo hacia aquel pasillo por el que nadie pasa, y me golpeó junto con sus amigas en todo el cuerpo, menos la cara. 

-¿Estás bien? -Me preguntó Damián a la salida del instituto.
-Sí, perfectamente -Mentí.
-¿Querés venir a mi casa?
-¿Ahora?
-Sí, ¿Por qué no? Sólo un rato igual. Después tengo cosas más importantes que hacer.
Y lo que dijo debo admitir que me dolió. Me dolió porque sonó extremadamente frío. Aunque... ¿Acaso no lo soy yo también?
Una vez en su casa, en su habitación, quise comenzar a hablarle lo que me había hecho Ayelén unas horas antes.
-Damián, sabes que...
-shh -comenzó a besarme el cuello
-Es que, Ayelén...
-Ayelén, Ayelén, Ayelén, Ayelén... Es lo que menos me interesa ahora. Ahora quiero concentrarme sólo y únicamente en vos. 
Y bastó que dijera eso para que yo cierre la boca; mientras él empezaba a sacarme la remera...

**

Terminé llegando a mi casa alrededor de las seis de la tarde, y por más que lo haya tratado de disimular, mi mamá vio efectivamente los moretones que tenía en los brazos. 
-¿Qué te pasó, cariño?
-Nada importante, mamá, me tropecé en la calle y me caí, pero Teresa me ofreció ir a su casa para ponerme hielo y ya dejó de dolerme -hice un intento por sonreírle. Hacía mucho que no la veía, e increíblemente me hizo bien que me haya recibido y hablado tan bien.
Después de hablar un rato le dije que me iba a ir a mi habitación a estudiar, y ella me dijo que se iba a ir con mi padre y mi hermana a una reunión de la primaria por ella. 
Llamé a Eric mientras intentaba ordenar un poco el desorden que tenía por dormitorio.
-Hola.
-Hola.. ¿Eric? ¿Estás bien? Sonás un poco...
-Es que, de verdad, sos el último ser humano con el que querría hablar.
-¿Por qué? ¿Sucedió alg..
-No. No es nada que no sepas. O que no hayas hecho con Damián. ¿Sabes qué? Andate a la mierda, zorra. Me harté de vos y de tener que soportarte, y Teresa también. Te vas a quedar sola si seguís así. No quiero volver a verte nunca más, lo único que hiciste fue desordenar mi vida. Hasta luego, Samantha Trein.

No podía creer lo que acababa de escuchar. Hubiese preferido creer que no fue real. Pero lo era. Prendí un cigarrillo con la mano temblando a causa de todo lo que había sucedido. Terminado el cigarrillo, prendi otro, y otro, y otro, hasta que logré caer en la realidad de todo lo que había sucedido. Entonces rompi a llorar. Y de nuevo volvieron esos pensamientos a mi cabeza. Lastimé a un montón de gente sin haberlo jamás deseado, cada vez falta menos para mi cumpleaños (de hecho, unas semanas),y para mudarme a Nueva York con Teresa, aunque, según lo que dijo Eric, ella está también harta de mí.

Sólo traigo problemas.

Sólo soy un estorbo. No tengo futuro. Así no voy a llegar a ninguna parte. Toda mi vida está desmoronándose cada vez más, y la única culpable de ello soy yo.

Entonces, en aquel momento, vino a mi cabeza un pensamiento que no tenía desde hace mucho tiempo, me arriesgaría a decir meses o un año. Pero ya lo había decidio. Era mi mejor opción para dejar de joder a todo el mundo. Tomé una gillete que tenía guardada de aquella época en la que tenía 13 años y tenía miedo del mundo, e hice varios cortes verticales y horizontales en mis antebrazos. No puedo decir que no sonreía mientras lo hacía, porque sería mentira, realmente lo estaba disfrutando, por fin me estaba animando a hacer aquello que no me animé a hacer hace años y se tornó peor. Al fin iba a deshacerme de todo, a mandar todo al carajo, a poder estar en paz. La sangre fluyó cual agua, y no tardé mucho tiempo en desamayarme, y, probablemente, en morir desangrada. 

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XO